LA HISTORIA
Nos tenemos que remontar al siglo XVI para dar fecha de origen a las Cofradías que tienen como objeto rendir culto, a la imagen de Jesús cargado con la cruz, camino del calvario, muy pronto popularizadas como "Jesús Nazareno", que junto con las de Cristo Flagelado, atado a la columna, el Santo Sepulcro o Santo Entierro, y la advocación mariana de Nuestra Señora de las Angustias (representada por el momento en que María recibe, el cadáver Sagrado de Cristo, en sus brazos, a los pies de la cruz), conforman los cuatro núcleos mas divulgados, de devoción más importante, en torno a la Sagrada Pasión del Redentor. Las cofradías de "los nazarenos" nacen con el propósito fundamental, de imitar los pasos seguidos por Jesús en su camino hacia el calvario, instaurando históricamente este momento, en la madrugada del Viernes Santo, y tienen por objeto además de los sufragios sociales propios de la época, la creación y el fomento del culto a Jesús Nazareno. En general se crean procesiones de largo recorrido, muchas veces hasta llegar a un "calvario" extramuros de la ciudad, alargándose el cortejo hasta el mediodía, momento en que se sitúa bíblicamente el instante de la muerte de Jesús en la cruz.
En Toro, ya se tienen noticias de la creación de esta cofradía llamada del "Dulce Nombre de Jesús", vinculada al convento de San Francisco, allá a mediados del S. XVI. Quiere la casualidad que tenga su sede en el mismo convento la llamada de "Nuestra Señora de la Concepción y de la Luz", y que, con del devenir de los tiempos, compongan, ambas, la actual de "Jesús Nazareno y Ánimas de la de la Campanilla" tal y como aparece en diferentes documentos de archivo, ya a principios del S. XVIII.
En la actualidad, la única diferencia que existe entre los hermanos de una y otra sección de la cofradía, es la distinción del color de la túnica, bien sea morado o negro, siendo titular la imagen de Jesús Nazareno y cotitular la de la Virgen de las Angustias en su Soledad. Originariamente, los cofrades vestían una pobre túnica de color morado, y cruz a cuestas, el caperuz no tenía cartón, es decir era romo o "de verdugo" el complemento era un cordón colgado al cuello, imitando así el dogal que del que se sirvieron los sayones para llevar al reo al monte de la calavera. Así se conserva en nuestra cofradía hasta casi los años 40, donde ya se establece el habito actual, es decir se cambia el caperuz romo o de verdugo por el de cartón, perdiendo así una de sus tradicionales señas de identidad. Por aquel entonces ocho eran las imágenes que desfilaban en la madrugada del Viernes Santo Toresano, abrían la procesión estandartes y guiones, y la imagen del "Ecce Homo" seguía una "Verónica", con mantón negro, toca Castellana y paño de encajes y bordados en seda (que aun se conserva), la imagen titular y de gran devoción de "Jesús Nazareno", perteneciente a Antonio Tomé. El notable grupo de "La Desnudez", el aparatoso Caballo de Longinos o "la Lanzada", el coqueto “Cristo al Expirar”, y la famosa y bella “Virgen de la Soledad” de Felipe de Espinabete.
Pero un 13 de Abril de 1957, Santa Catalina perece en un desafortunado incendio, y entre las cenizas, se quedan las devociones, los recuerdos, los santos, sayones y andas procesionales, el valiosísimo retablo, la imagen de la Soledad, y sobre todo la venerada de Jesús Nazareno. Tal y como anuncian las crónicas nacionales de la época, la ciudad sufre como un solo corazón la perdida de las queridas imágenes que conformaban su mas entrañable procesión de Viernes Santo. Se salvan únicamente del desastre, un puñado de enseres, como son, las coronas, mantos y saya de la Virgen de la Soledad, el pañuelo de encaje de la Verónica, las potencias de plata, la túnica y el valioso dogal del Nazareno, que custodian las Madres Claras, así como la imagen del Ecce Homo o Jesús Atado a la Columna, que ya recibía culto, al igual que en la actualidad, en la pequeña capilla del citado convento. A partir de este momento todo el esfuerzo tanto moral como económico de la cofradía se dirige, recuperar al menos iconográficamente los pasos desaparecidos. Poco a poco se irán consiguiendo replicas, e incluso nuevas imágenes. Las primeras; Jesús Nazareno ( T. Noguera y L. Marco Pérez 1958), y la Virgen de la Soledad (H. Pérez Calvo 1958) copiada literalmente de la antigua imagen. Le seguirá la Desnudez ( L. Marco Pérez 1959) inspirada también en el antiguo paso, de gran dinamismo y fuerza expresiva y el Cristo al Expirar ( L. Marco Pérez 1961) , y se incorporan, cedidas en custodia, las antiguas imágenes de la desaparecida Vera Cruz, estimables obras de A. Tomé de 1698, "La Oración del Huerto" y "La Flagelación del Señor", asimismo la Asociación del Sepulcro y Soledad, cambia su Virgen titular y nos regala, la antigua imagen barroca, de hermoso rostro, siendo adaptada por la cofradía para que desfile como "La Verónica".
Durante treinta largos años, la cofradía más señera de la ciudad, estuvo despojada de sede oficial y se refugia en el Real Convento de Santa Clara. Allí en la pequeña capilla, reciben culto durante años: la Virgen de la Soledad y la Verónica, la imagen del Ecce Homo, subido en un retablo, del lado del Evangelio, y el Cristo al Expirar, colgado en un lateral, donde ahora esta la famosa rejería de la orden. El resto de pasos se guardaban en una pequeña panera, del interior del convento, y eran montados en sus mesas procesionales, horas antes de la procesión, exceptuado el paso de Jesús Nazareno, que salía, no sin bastantes complicaciones, del interior de la iglesia.
Las dos ultimas incorporaciones de la procesión del Viernes Santo son bastante posteriores: en 1982 Hipólito Pérez Calvo hace el "Jesús Camino del Calvario" cuyo coste asciende a cuatrocientas cincuenta mil pesetas, obra que provoca en la cofradía mucha controversia, por el atrevimiento de su postura y su sobriedad antipolicromía, y en 1990, un hermano de la cofradía, costea y encarga al Zamorano Ricardo Flecha, el "Jesús del Perdón" realizado con el fin de que la antigua túnica de vestir del Nazareno y el valioso dogal, puedan lucirse en la procesión de la madrugada. Recuperados la mayor parte de los pasos, se pone en marcha la reconstrucción de Santa Catalina. El año de 1986 se organiza en el mes de Agosto, un festejo taurino en la ciudad, dentro de las ferias y fiestas de San Agustín, cuyo beneficio económico será destinado a sufragar, parte del arreglo, del emblemático templo. En estos momentos, las emociones están a flor de piel, no importan las horas o los días de intenso trabajo, toresanos y cofrades, unidos en un mismo fin, ponen su esfuerzo para conseguir levantar las ruinas de Santa Catalina. Y así fue otro 13 de Abril, pero de 1987, que los pasos se trasladan en procesión informal y sin habito, del Convento de Santa Clara hasta Santa Catalina, presidida por el Ilmo. Sr. Obispo Poveda y ese Viernes Santo el cortejo de la madrugada volvió a salir de "su casa". Levantada la sede de la Cofradía, los años venideros, se trata de mejorar su interior, vistiéndola con retablos, pinturas y altares, a veces regalados, otras cedidos, por instituciones publicas, privadas, y sobre todo por la propia cofradía cuyos ingresos íntegros hasta hace escasos años, fueron destinados a conformar un lugar digno, para acoger nuestras imágenes y nuestros cultos, siendo incalculable el esfuerzo económico y la disponibilidad personal de cofrades, Toresanos e instituciones.
Se completa el cortejo procesional, en el año de 2008, incorporando el grupo de la Sagrada Cena, de Ricardo Segundo García Pérez. Rescatado de la panera de la Semana Santa Zamorana, y previo acuerdo con su cofradía propietaria de la Santa Vera Cruz, con quien se firma en 2012 un protocolo de hermanamiento. Conseguido esto, el mayor anhelo en la actualidad de la cofradía es conseguir rehacer el grupo famoso de "La Lanzada", que fue conocido en Toro como "El Caballo de Longinos" ,cuya atrevida postura fue objeto de admiración y de inspiración para otros pasos que representan la misma escena, y su mayor deseo es que cierre, algún día, no muy lejano, la procesión de la madrugada del Viernes Santo, precediendo a nuestra hermosa Virgen de la Soledad, como hiciera en tiempos pasados.
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